Hallazgos de pinturas murales en el templo de Belén

La restauración de un templo es mucho más que reconstruir desde la memoria comunitaria o desde los archivos. Es un (re) descubrimiento permanente, fascinante para los especialistas y emotivo para las personas del pueblo.

Como piezas dispersas de un puzzle extendido en las paredes, durante los trabajos iniciales del proyecto de restauración del templo de San Santiago de Belén, mandatado por el Gobierno Regional y subejecutado por Fundación Altiplano, en el marco del programa Puesta en Valor del Patrimonio, P PPVP-SUBDERE, el equipo de obra halló pinturas murales en diferentes sectores al interior del Monumento Histórico, que a priori revelan colores e imágenes ocultas entre pinte y repinte con el pasar de los años.

Este trabajo meticuloso está a cargo del Taller de Arte del proyecto, quienes encontraron pinturas murales en los trabajos previos, donde se realizaron calas de prospección continuas para determinar existencia de pintura mural subyacente: en la zona del presbiterio, muro del evangelio, de la epístola y bajo el coro de la iglesia.

Murales

El equipo durante la restauración ha encontrado tres periodos históricos de pintura mural. Una original con franjas verticales de color amarillo ocre y rojo ocre que cubriría todos los muros del templo desde su origen. Una segunda, con diseño decorativo devocional, similar a las pinturas de los templos de Pachama y Parinacota. Y un tercer momento más contemporáneo con pintura color amarillo ocre y azul añil en el presbiterio, sector que precede al altar mayor. Todos estos lapsos históricos estaban ocultos tras sucesivas capas blancas de cal que fueron ocultando las pinturas murales.

Específicamente, la pintura color amarillo ocre y azul añil, fue hallada en la zona del presbiterio, sector que precede al altar mayor, con una composición de colores planos que marcan un zócalo, tal cual encontramos actualmente en el templo.

En el muro testero, que es el que se ubica tras el retablo del altar mayor, y en la pared de la epístola, situado a la izquierda mirando desde altar mayor, los maestros de obra hacen un segundo hallazgo de pintura original, muy antigua y muy fina. Sobre una capa fina de pintura a la cal se aloja la una pintura con un diseño de franjas verticales de color amarillo ocre y rojo ocre. Esta capa se encuentra muy disgregada y en muy malas condiciones de conservación.

Mientras que, en algunos sectores del muro del evangelio bajo el coro -incluida una hornacina-, ubicado a la derecha desde el altar mayor, se encontraron restos de pinturas con técnica y características similares a las del templo de Pachama, y que fueron enviadas para análisis químico a laboratorio.

Liliam Aubert, especialista en restauración de pintura e imaginería sur andina y quien dirige el Taller de Arte Sarañani del proyecto, explicó que, tanto en el muro de la epístola como del evangelio, los trazos de pintura encontrados muestran similitud a las del templo de Pachama. “Es una pintura muy parecida a las de la iglesia de Pachama, encontrándose semejanzas en la técnica (temple), diseño y color. En general los templos barrocos tenían mucho color, decoradas. Por mi experiencia en Cuzco todas tenían pintura mural, entonces tenemos Livilcar, Pachama, Parinacota, ahora Belén, al parecer todas tenían algo de decoración”, recalcó la profesional de Fundación Altiplano.

Según el investigador Fernando Guzmán en su artículo “Las Pinturas Murales en la Doctrina de Belén” publicado en la revista académica Espacio Regional volumen 1, número 10 del 2013, menciona que:  “Es probable que muchos otros templos en la zona hayan contado con un programa de pinturas murales; en este sentido, es interesante observar que la iglesia de Santiago Apóstol de Belén estaba originalmente cubierta por pintura mural, “toda finamente pintada” -señala un inventario de 1793-, antecedente que permitiría conjeturar que durante el siglo XVIII se puso en marcha, en dicha jurisdicción, una campaña destinada a dotar de imágenes murales a todos o la mayoría de los templos de la zona”.

Precisamente, de acuerdo al Archivo Histórico y Límites. Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, en los inventarios que se hacen de las iglesias del año 1793, correspondiente a un inventario de la doctrina, el templo de Santiago Apóstol se describe como: “la iglesia parroquial de Crucero, toda ella pintada de colores finos con su coro de madera, sus dos puertas con sus llaves corrientes, su bautisterio grande nuevo, su sacristía grande nueva con sus puertas y ventanas nuevas corrientes.”

“Me parece muy emocionantes los hallazgos de pinturas murales, tenía conocimiento cuando visité el templo de Pachama y se ve el colorido, multicolor, me imagino que podría haber sido igual la iglesia de Belén, con esos colores muy llamativos. Lo encuentro muy bonito y atractivo, y, a mi juicio, se podría haber dejado un vestigio que así era la iglesia”, señaló Doris Condori, mayordoma mayor y presidenta del Comité de Mayordomos y Colaboradores de Santiago Apóstol del proyecto, instancia representativa de la comunidad local entorno al templo que participa de los avances de la restauración.

¡Acá estoy yo!

El templo de Santiago Apóstol de Belén, cuya nave mide 7,23 metros de ancho y 32,5 metros de fondo, tiene una larga y rica historia asociada a la ocupación española de las rutas y poblados andinos para la explotación de plata en Potosí. La primera mención documental conocida sobre un templo es atribuida al carmelita Antonio Vásquez de Espinosa quien, en 1618, se refiere a una iglesia en Tocorama, Tocrama o Tacrama, nombres originarios del poblado de Belén registrados en los archivos históricos, a la que le colocó puertas de palos.

Y hoy a más de 400 años de ese registro, nos evidencia parte de su historia con las pinturas murales.”La iglesia habla y dice: ¡Acá estoy yo! ¡yo no era así! Tenía tantas cosas tapadas con capas de pintura…el altar mayor muy hermoso enchapado en oro y plata y San Santiago, que me tocó restaurarlo, ahora hasta una sonrisa tiene. Es un trabajo delicado, de detalles y cuidado, pero muy muy hermoso, que después de ver el templo en ruinas, ahora presencio como se impone en su belleza”, concluyó emocionada Alicia Zegarra, beleneña en capacitación de restauración de los bienes culturales de la iglesia de Belén.